LAS TAREAS DEL HOGAR
Cuando quién esto escribe era un niño, los roles familiares estaban muy claramente delimitados.
Papá era quién trabajaba fuera y Mamá se ocupaba de las cosas del hogar, entre ellas cocinar, limpiar, lavar y planchar la ropa, cuidarnos, llevarnos al médico, etc, etc, etc.
Cuando nos preguntaban si Mamá trabajaba nosotros respondíamos invariablemente que no, que tan solo era ama de casa. Desconocíamos el valor de su labor hogareña, era "lo natural" de acuerdo a como nuestros progenitores habían sido educados y por entonces nuestra hermana adolescente era quién empezaba a protestar que por su sexo era ella quién debía ayudar a nuestra madre.
Cuando Papá se jubiló nosotros éramos aún muy jóvenes y fue el quién con su actitud nos enseñó a valorar su trabajo, ayudándola y impulsándonos a nosotros a hacerlo a su vez en pequeñas cosas.
Lamentablemente, para ese entonces yo ya estudiaba y trabajaba y poco tiempo pude compartir con él, pero sus enseñanzas siempre me acompañan.
Hoy por hoy, cuando ambos integrantes de la pareja debemos trabajar para mantener su familia con cierta dignidad, las tareas del hogar han dejado de ser cosas de mujeres para convertirse en asuntos familiares. Así que la limpieza, el cuidado de los hijos, la cocina, la educación son obligaciones que hombres y mujeres por igual debemos asumir, especialmente cuando el hogar hay niños.
Un hombre del siglo diecinueve diría que hemos perdido por goleada la batalla de los sexos y los privilegios que ellos tenían al dedicarse solo a trabajar fuera. Aunque debieran hacerlo catorce horas.
¿Qué le respondería? Que está equivocado. Que junto con las obligaciones asumidas hemos ganado el privilegio de compartir más profundamente la vida con nuestras compañeras, de librarnos de la presión de mantener solos el hogar con nuestro trabajo y de pasar más tiempo con nuestros hijos.
Si me preguntaran ahora si mi Madre trabaja, diría:
"Por supuesto que trabaja, y mucho, es ama de casa"