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lunes, 23 de diciembre de 2024

                                   EL INOCENTE ( Segunda parte)


Huelga decir qué cuando salí, feliz con mi nueva ruta impresa, no estaba la bicicleta. Maldiciendo, pregunté por la comisaría, “A dos kilómetros por esa calle”, me indicó el muchacho del ciber.

Hice el camino cabizbajo, meditabundo, reprochándome mi inocencia.

Mientras el oficial de turno llenaba el parte de la denuncia, presionando las letras de su máquina con un único dedo, sentí una mano apoyarse en mi hombro.

—¿Así que éste es el abombao que dejó de regalo la bicicleta en el ciber?.Le faltó ponerle un moñito no más. —dijo casi gritando y exagerando el acento de paisano.

Volteé despacio, seguro de conocer esa voz. Pero mi memoria no conseguía ubicar al hablante.

—¿No te acordás de tus amigos de la infancia,ché?. Mírame bien, niki, mirame bien.

—Solo alguien tan mala onda como Gabriel me decía niki, como verás he crecido bastante. Pero vos no podés ser mi viejo amigo.

Lo miré bien. Gabriel había sido un chico muy delgado, enfermizo, que se había mudado apenas terminar tercero de escuela “porque el aire de las sierras podía mejorar su salud”.

Este muchacho era decididamente gordo, pero sacándole los kilos y el bigote…..podía ser.

—¿Sos…Gabriel Azambuya, de tercero B?

Si algo era distintivo de mi viejo amigo era su franca sonrisa. Cuando por fin, abriendo los brazos se acercó sonriente, no tuve dudas.

—¡Venga ese abrazo, chamigo!— exclamó mientras me estrujaba entre sus brazos.

—Veo que el aire de la sierra te ha hecho bien —dije cuando conseguí recuperarme de su efusivo saludo.

—El aire y un médico de familia que se dio cuenta cuál era mi problema y lo solucionó. Cosas de dotores.

—Estás muy agauchado, hermano. Tantos años hace…

—Veinte—me interrumpió.—Pero decime, ¿Qué andás haciendo por estos pagos?, ¿Te puedo ayudar de alguna forma?.

—Ay, amigo, si te contara.

Terminé el trámite en la comisaria y nos fuimos a un bar. Iba a decirle que estaba corto de dinero, pero antes de que pudiera abrir la boca, aclaró que él invitaba. Entre grapa y grapa le conté todos mis desgracias.

—Tenés que ir a lo de María. A vos te hicieron un güalicho.

—No creo en esas cosas. Pero con probar no pierdo nada —agregué al ver su mirada de enojo.

—Vos siempre tan racional—apuntó sonriente. María es la mejor. Y es mi hermana.

Sonreí ante su acotación. No recordaba a su hermana para nada, pero cuando se mudaron a Minas ella recién estaba arrancando la escuela.

 —Vamos chamigo, te llevo en la moto.

—No te vas a arrepentir—agregó guiñándome un ojo.

 Y tuvo razón.

Porque cuando la vidente abrió la puerta, supe que había encontrado la razón de tantas desgracias, el porqué de mi locura aventurera. Todo era una excusa de la vida para acercarme a ella. Aún pasó un largo tiempo antes de que aceptara salir a tomar algo conmigo y más aún para robarle el primer beso.

Ella, como buena vidente, dijo que lo supo desde que mi amigo y ahora cuñado le dijo con sorna :«Voy a buscar a un abombao  a la comisería, parece que le robaron la bicicleta por ser demasiado inocente»

viernes, 20 de diciembre de 2024

                                     EL INOCENTE(Primera parte)


Las cosas habían ido de mal es peor desde aquel loco día en que dejé mi trabajo para iniciar un tour en bicicleta por todo el país. Mi vida se convirtió en una sucesión de hechos desgraciados.

Cometí demasiados errores. El primero, retirar todo mi dinero del banco y llevarme el efectivo conmigo. El segundo, pensar que iba a poder ganar algo de dinero mientra viajaba. En realidad, pese a estar orillando los treinta años, nunca había estado lejos de casa más de dos días y siempre había trabajado como vendedor en una mueblería cercana. Era capaz de vender arena en pleno desierto. Pero; ¿Quién iba a contratar a alguien por, a lo sumo, una semana?

Tercero, creer aquella fantasía de que la gente del interior era más sana y no tenía maldad. Pequé de inocente.

Para empezar, rompí con mi novia. Ella no entendía mi repentino amor por la aventura, y a decir verdad, yo tampoco. Creo que solo quería huir de algo sin saber exactamente de qué. La rutina quizás, aquella moda de “salir de la zona de confort” tan en boga por esos días o simplemente tratar de saber qué quería hacer con mi aburrida vida.

Apenas arrancado el viaje, lo que amaneció como un hermoso día primaveral, para la tarde se tornó en uno amenazante y oscuro. Llegué al hostal donde pernocté aquella primera noche ensopado de pies a cabeza. No le gustó nada al encargado que mientras pagaba mi estadía con billetes empapados, iba dejando un pequeño lago delante de la recepción. Las pulgas no me dejaron dormir mucho esa noche, y en silencio maldije a mi primo por recomendarme ese lugar.

Los siguientes días no fueron mucho mejores. Parché mi rueda trasera tantas veces que ya no se distinguía la cámara de los parches.

La torta de fiambre y queso que me había preparado mamá duró en buen estado menos de lo que pensaba, pero la comí igual. No lo recomiendo. Fui dejando un asqueroso reguero al costado de la ruta y era difícil mantener el trasero apoyado en el asiento. “Hemorroides”, me dijo un matasano que consulté en un pueblito. Me vendió una pomada efectiva, pero con un fuerte olor muy desagradable. Ya empezaba a cuestionarme si no era hora de volver a casa, pero mi orgullo pudo más. Seguí adelante.

Luego de varios días sin incidentes, confiaba en que ya todo iría bien, pero el diablo nunca descansa. Para empezar, uno de los morrales laterales de la bici se descosió y fue dejando su contenido cual migajas de pan en el cuento de Hansel y Gretel.

No había llegado a la mitad del viaje, cuando una hermosa muchacha llamó demasiado mi atención y terminé de cabeza en una cañada. No era profunda, pero si caudalosa, y se llevó parte de mi ya menguado equipaje. Además de convertir mi rueda delantera en un inútil símbolo del infinito y mi teléfono en un trasto inservible.

Conseguí una rueda usada por más de lo que valía una nueva y me dirigí a la ciudad más cercana a reparar el celular.

Al técnico le bastaron dos minutos para ver que no había chance de repararlo, y no quise gastar el poco dinero que aún tenía en comprar otro.

Le dí las gracias, fui a un cibercafé (por suerte aún quedan algunos ), decidido a rearmar mi itinerario de viaje encerrado sin chance en la memoria del celular. Sin pensarlo siquiera un segundo, dejé mi birrodado en el porta-bicicletas, sin tranca ni nada, confiando en que aquel lugar no era la jungla montevideana.

     Continuará....

viernes, 13 de diciembre de 2024

       Este texto no puedo calificarlo más que como una catarsis, una descarga a tierra en momento laboral complicado por ciertas actitudes de algunos compañeros de trabajo, que nunca voy a comprender y que se negaron a explicar, diciendo a modo de disculpa  que se habían equivocado.

Semillas

Esta es la historia de un hombre que se preocupa por los demás y siempre los ayuda, a pesar de que tantas veces le han pagado con malas acciones, a pesar de que tantas veces le han negado su ayuda. Y cada vez que le fallan, herido, con el llanto en el alma, se dice que la próxima vez que le pidan ayuda se va a excusar, se va a negar, pero no puede. Sabe que mucha gente se acerca a él sólo por el beneficio que su amistad sincera y desinteresada puede reportarle, pero quiere creer que no es así, que los demás son iguales a él. Una y otra vez recae en su actitud solidaria. Se siente bien consigo mismo, pero a la vez se considera un paria, un marginado en una sociedad careta, autoritaria e insensible. No es el único, pero él no lo sabe y sufre. Una tarde, escuchando la radio, conoce a un hombre que tiene su misma ideología. Sin dudarlo, llama a la radio y consigue, feliz, ponerse en contacto con ese otro ser, tan igual a sí mismo, tan espejo de su alma. Y como él, muchos otros se encuentran a sí mismos en ese otro ser. Y sin perder tiempo forman un grupo de unos pocos al principio, para ser luego decenas, miles, millones, para transformarse en fiscales acusadores de una sociedad desquiciada y egoísta. Sin banderas políticas ni económicas, sin más interés que convertir el mundo en un lugar mejor.

Pregonan el amor, el respeto, la solidaridad, la autoestima, el trabajo comunitario, la defensa del desvalido. Sueñan con un mundo donde todos hagan su trabajo por el placer de contribuir al bien común, donde no existan el dinero ni las posesiones, donde todos puedan disfrutar de los beneficios de la educación y el progreso.

Los grandes poderes mundiales, asustados por su crecimiento, deciden combatirlos matando a sus líderes, sembrando el miedo y el descrédito entre sus filas. Pero por cada uno que muere, dos abrazan la causa. Por cada uno que, asustado, la abandona, cuatro se suman a ella.

Se unen formando pequeñas comunidades autónomas donde convierten sus ideas en realidad. Y siguen creciendo, cada vez más.

Finalmente, son bombardeados los lugares donde viven, donde se reúnen, donde trabajan, donde sueñan y aman.

Y en cada sitio destruido por el odio y la locura, en cada lugar donde la ambición y la estupidez humana segaron la vida, en esos lugares donde solo debería haber muerte y destrucción, entre las ruinas, la sangre derramada se trocará en las semillas de una nueva humanidad, que esperarán dormidas a que los idiotas que destruyeron medio mundo en su loca carrera mueran de hambre, envenenados con su propia ponzoña, asesinados por las pestes que ellos mismos crearon, cuando ya no tengan pan para comer, cuando ya la tierra diga «basta» y el agua ya no sirva para beber, cuando por fin se den cuenta de que el dinero no se come, cuando sea demasiado tarde para todos.

Entonces, cuando las dormidas semillas comiencen a florecer entre las ruinas, se escucharán las voces de los nuevos humanos, débiles pero firmes, suaves y a la vez fuertes, diciendo en cada rincón del globo que ha nacido una nueva humanidad, una nueva raza cuya única ambición es amar, crecer y multiplicarse.

domingo, 8 de diciembre de 2024

COMENTANDO LIBROS 1                           

 "EL FIN DE LA ETERNIDAD" DE ISAAC ASIMOV


Pecando quizás de atrevido, inauguro una nueva sección en el blog. Y voy a comenzar con una de mis novelas preferidas , escrita por uno de mis autores favoritos. 

"El fin de la eternidad" es una novela, que, pese a su complejidad discursiva, se lee fácil. Y no es que la trama sea retorcida o entreverada per se, sino porque  el tema que plantea es complejo. Aparte de una aventura con todos los componentes de una buena, tiene mucho de reflexión sobre el derecho a "jugar a ser Dios", alterando la senda del conjunto de la humanidad en busca de, lo que ellos creen, es lo mejor para la misma.

Su protagonista principal es Andrew Harlan, el eterno ideal, un hombre convencido de los ideales propios de la organización, dedicado en cuerpo y alma a su tarea , totalmente ajena a las pasiones humanas mas terrenales, hasta que pasa algo que le provoca un giro de 180 grados; conoce a una mujer y se enamora por primera vez en su vida, a los treinta y pico. Esto le hará replantearse todo lo que cree, cambiando para siempre el rumbo de su vida.

La naturaleza cambiante de la realidad, (para todos menos para los "eternos", integrantes de la organización llamada eternidad, gente mortal que vive por fuera del tiempo normal, separados para siempre de todo vínculo familiar) , en busca de evitar guerras, pandemias , catástrofes y otros males, llevando a la humanidad a un estado de supuesto bienestar; el bien mayor.

Una aventura trepidante que atrapa, una historia de amor para nada edulcorada, una trama que tiene su complejidad, simplificada por la enorme capacidad que tiene el autor para explicar, y mucho, mucho para pensar y reflexionar, no solo sobre un tema apasionante como la naturaleza del tiempo, sino sobre nuestra propio sociedad actual. Y una rigurosidad científica, dentro de lo que cabe, que es de agradecer. Y es que Asimov no sólo fue un notable escritor, sino también un prolífico divulgador científico. Hay que tener en cuenta que este libro fue publicado por primera vez en 1955.

Confieso que lo he leído muchas veces, y siempre le encuentro algo nuevo. Vale la pena.  


martes, 3 de diciembre de 2024

 EJERCICIOS DE ESCRITURA 2

           La frase disparadora

Otro típico ejercicio de los talleres literarios es utilizar una frase o situación disparadora. 

¿Qué harías si te encontraras una valija llena de dinero en la calle? 

Esta frase, disparó hace muchos años uno de mis cuentos favoritos .  (¿No le parece , Doctor?) que forma parte de mi libro "El nieto del dictador. Dicho cuento fue premiado en la categoría + 40 en la muestra Literaria que organiza la biblioteca comunitaria "Paco Espínola". Fue una de las primeras veces que leí en público y recuerdo que estaba muy nervioso. Pero me estoy yendo de tema.

Partiendo de la premisa presentada , lo primero era ponerse en la situación del personaje. Razonar qué haría yo, como me sentiría ,qué camino seguiría. Aclaro que mi situación económica nunca fue holgada, pasé momentos complicados pero nunca  hambre. Así que ese dinero me vendría muy bien.

Exploré mis miedos,mis ideas acerca de las cosas importantes de la vida-el dinero, si bien necesario- no es una de ellas, como justificaría su aparición, qué haría con el mismo, a quién se lo contaría, etc.

Luego hay otras decisiones que tienen más que ver con la forma. ¿Narrador externo, en tercera persona?. ¿Narración lineal, o con saltos en el tiempo? 

Finalmente, me decidí por un relato en primera persona, contándole la historia a un interlocutor pasivo . Me gusta mucha escribir en primera persona. Siento que puedo volcar mucho más de mí en el relato. Una vez que el proceso arranca, escribo casi siempre de un tirón. Luego viene la etapa de lectura, re-escritura, corrección de errores e incongruencias , hasta redondear un cuento que me resulte satisfactorio, claro y fácil de entender.

He  desechado muchas de las cosas que he escrito. A veces me parecen geniales y cuando las leo unos días después me doy cuenta que no lo eran. O estaban mal narradas, confusas, cayendo en lugares comunes de manera burda o simplemente no  tenían ningún sentido.