Este texto también forma parte de los retos de escritura del blog de literautas https://www.literautas.com/
En esta ocasión el desafío consistía en escribir un relato con el título "un as en la manga" y como reto opcional debería aparecer un personaje que se hiciera famoso de golpe. El límite máximo era de 750 palabras, y son exactamente las que tiene el presente relato.
Espero que lo disfruten y se se animan, dejen un comentario.
Javier García nació con dos habilidades que poca gente tiene: oído absoluto y una voz potente y suave, ideal para cantar. Además de una belleza física que provocaba suspiros de las muchachas hasta que empezaban a hablar con él. Sin embargo, nunca tuvo ni la constancia ni las ganas de trabajar para aprovechar estos tres regalos de la naturaleza. Ya desde muy chico, se acostumbró a los aplausos y los constantes elogios de sus familiares y compañeros de estudio. Cualquier instrumento musical que llegaba a sus manos era un poco tiempo un juguete que le aburría. Sus padres trataron de incentivar sus estudios de música, pero como todo le salía fácil nunca se preocupó por estudiar. Pensaba que con su talento natural sería más que suficiente para seguir alimentando su ego con vítores y aplausos.
Su hermana menor era todo lo contrario a él. Sin esas habilidades naturales, debió esforzarse mucho para hacerse un camino en la música. Con mucha constancia consiguió convertirse en una estupenda vocalista, trabajando su voz día tras día. Aprendió a tocar la guitarra sin llegar a destacarse demasiado, pero su técnica vocal le fue abriendo puertas poco a poco. No le interesaba la fama. Sólo quería compartir su arte con la gente y con un grupo de amigas formaron un coro para hacer covers en fiestas y pequeños eventos. Con los años llegarían a hacerse un nombre en la escena musical local, hasta hacer un recital completo ellas solas.
Javier formó parte de varias bandas menores, pero pronto se aburrió y salió a buscar la fama por su cuenta. Llegó a probarse en una agrupación bastante conocida. Sus compañeros quedaron fascinados por la potencia de su voz durante la prueba. El manager de la misma estuvo de acuerdo, pero le mandó con un profesor de técnica vocal. Nunca fue, considerando que su talento no necesitaba ser corregido. Casi nunca iba a los ensayos y cuando lo hacía era para criticar a sus compañeros. No llegó a debutar. Furioso, les gritó que no entendía « como una manga de fracasados como ustedes grabó tres discos ».
Decidió probar suerte en el cine, pese a no tener formación actoral, pensando que con su voz y su facha era más que suficiente. Siempre se iba de los casting furioso, relajando a todos y pronto ya no lo dejaron entrar a ninguno.
No entendía cómo los demás no eran capaces de apreciar su talento. Merecía ser famoso, no cómo su mediocre hermana , avanzando paso a paso. Tenía que ser de un día para el otro, sus dones naturales deberían ser más que suficientes para eso. La fama era su obsesión y él culpaba a la mala suerte de no alcanzarla.
Su padre enfermó y la situación económica familiar se complicó. Su madre le dijo que no podía seguir jugando al artista, que debía colaborar con su familia. Treinta años ya no era edad para «seguir bobeando y viviendo de tus padres».
Ella le dio una tarjeta de un mago bastante famoso que en un par de años se retiraba y andaba buscando un aprendiz. No le alegró la idea, pero fue igual. Le resultó fácil aprender todos sus trucos y dos meses después le sustituyó en una fiesta infantil. Fue todo un éxito.
Ya se creía mejor que su maestro y decidió que se quedaría con su lugar y su hermosa ayudante.
Una semana antes de una importante actuación, empujó al mago por un balcón del hotel donde se alojaban haciéndolo pasar por accidente. No murió, pero se quebró una pierna en tres partes y Javier vio su nombre en letras luminosas al frente del teatro.
—Sé lo que hiciste—le dijo el mago—. Vas a lograr la fama, pero no como tú crees.
—Saber y no poder probar, ¿de que sirve? —ironizó Javier.
—Un mago siempre tiene un as en la manga. No lo olvides. Siempre.
Llegó el día. Periodistas de todo el mundo cubrían el debut del mago Javier, que se puso el frac de su maestro, pese a la advertencia de su ayudante de que era una falta de respeto.
Al otro día fue noticia en todos los portales. Cómo el as de la manga se le había enterrado en el cuello cortando su yugular , nadie era capaz de explicarlo. Cómo todos aplaudían mientras se desangraba creyendo que era parte del espectáculo , tampoco. Y mucho menos, entender la estúpida sonrisa de Javier, famoso al fin por su inédita forma de morir.
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